Juan Zufiaur
La obra de Juan Zufiaur se articula desde una figuración lúdica hasta que culmina en una abstracción libre. De tal modo, el sello distintivo de sus piezas se caracteriza por figuras cargadas de emocionalidad que se van abstrayendo, al paso de trazos y pinceladas, en el lienzo o la escultura, según sea el caso. Sin lugar a dudas, la alegría, la euforia y la vitalidad están presentes en sus caballos, toros y demás personajes. Cabe destacar que en ninguno de ellos hay rastro alguno de seriedad, mucho menos de solemnidad, sino todo lo contrario. Su arte es, en consecuencia, fresco, festivo, sentimental y está impregnado de rasgos específicos de su personalidad. Asimismo, en sus creaciones se aprecia el maridaje perfecto entre las distintas nociones culturales tanto de su natal País Vasco como de su querida Guadalajara.
En ese sentido, en sus piezas fluye la vida por vistosos colores, tales como rojos, azules, amarillos y otros más. Llaman la atención sus líneas determinantes, de carácter español, junto con la algarabía de tonalidades, de influjo mexicano. Por lo tanto, línea y color se conjugan en fascinantes composiciones que dan pie a una propuesta genuina. Es indudable que el artista evoca ese romanticismo poético de la generación española del 27 en sus temas ecuestres y taurinos, a la vez que ciertas escenas humorísticas del gran Don Quijote de la Mancha. De cualquier forma, en varias de sus obras observamos una fuerza visual en dinamismo, en movimiento constante, casi al grado de un complejo cubismo, a la luz colorida de latitudes mexicanas y, en ocasiones, al son de la guitarra del mariachi y al espiritoso sabor del tequila.
Por otra parte, en su ideario, al mero estilo Pop art, las referencias urbanas como los vehículos llenos de gente y las imágenes icónicas como el gallo o la mariposa, dan continuidad a la emotividad sorpresiva, al descubrimiento de nuevas dimensiones, a la descripción expresionista de las perspectivas, a la fusión parcial entre la figura y el fondo, así como al encuentro con curiosos ritmos pictóricos de sus obras. Aún más, entre ellas las hay también desfachatadas, pues incorporan escenarios inspirados en el clásico Velázquez en compañía de protagonistas que aluden a los de Picasso conjuntándose con caricaturas de la pantera rosa, dibujos como los de Miró o ilustraciones de fábulas fantásticas. En definitiva, su mirada artística abarca desde lo profundamente ibérico, lo meramente tapatío, hasta una serie de creaciones surgidas de su prodigiosa inventiva.
-Adriana Cantoral